El Slackline es un deporte de extremo equilibrio, en el que se sujeta una cuerda plana normalmente de unos 5 centímetros de nylon o poliéster entre dos puntos fijos. Se diferencia del funambulismo en que en este último se camina sobre un cable metálico totalmente tenso. Del mismo modo, en el slackline tampoco se usa ninguna herramienta para ayudarse a mantener el equilibrio, como varas u otros medios.

El alpinista Dean Porter practicando slackline en Yosemite
El alpinista Dean Porter practicando slackline en Yosemite

Se trata de un gran equilibrio tanto mental como físico. Esas son las dos habilidades a desarrollar si se decide practicar esta actividad.

Este deporte surgió en los años 80 en el Valle de Yosemite cuando los escaladores Jeff Ellington y Adán Grosowky comenzaron a caminar sobre las cadenas de los parques y cuerdas flojas como una alternativa de entrenamiento en la que usaban los mismo elementos que empleaban en la montaña. Fue así como llegó a convertirse en una disciplina divertida y funcional conocida en todo el mundo. 

 

Hoy día también se ha trasladado al ámbito urbano y ha sabido ganarse su espacio dentro del mundo extremo.

A pesar de no encontrarse dentro de la categoría olímpica poco a poco está reuniendo todos elementos para convertirse en tal. Normalmente la cinta es elástica, lo que permite efectuar saltos y movimientos dinámicos, pero también puede ser más resistente sin perder la maleabilidad.

La tensión de la cinta puede ser ajustada para satisfacer el nivel de experiencia del usuario. La característica dinámica de la cinta permite hacer trucos impresionantes como saltos y flips. Al mismo tiempo, se pueden realizar posturas de yoga o acrobáticas, lo que permite distintas modalidades de entrenamiento.

Fotografía de Chris Burkard
Fotografía de Chris Burkard

En definitiva, fuerza, prolijidad, flexibilidad y concentración son las cualidades más importantes que se deben combinar en cada pasada. Allí la precisión y el equilibrio de los movimientos son fundamentales para no caer de la cinta.

Por supuesto, es necesario tomar algunas precauciones antes de comenzar a practicar slackline. Primero es necesario tener conocimiento sobre cómo es la colocación de las cintas y buscar lugares resistentes para ello. 

 

Antes de comenzar el ejercicio siempre conviene elongar y precalentar el cuerpo. También es recomendable colocar el pie entero encima de la cinta, y no dejarlo de costado, por otro lado, mantener las rodillas semi-flexionadas y  los brazos abiertos con la palma de la mano hacia arriba. Este deporte puede ser hecho descalzo o con unas zapatillas bien rígidas.

Mejora el equilibrio y la postura: como el objetivo es mantenerse sobre la cinta de base pequeña y oscilatoria, el equilibrio es trabajado en todo momento. Así, los músculos responsables por la estabilización son fortalecidos y cada vez se va ganando más equilibrio. En consecuencia, se conquista una postura correcta, ya que la cinta obliga al practicante a mantener una postura correcta para conseguir mantenerse encima de ella la mayor cantidad de tiempo posible.


Mejora la concentración y la autoconfianza: es necesario estar concentrado 100% durante la práctica del slackline. La dinámica de este deporte está en desequilibrar a la persona todo el tiempo, con lo cual si ella no se enfoca en un punto fijo y no se concentra completamente en lo que está haciendo, se caerá.

La autoconfianza mejora también en la medida en que uno va superando desafíos arriba de la cuerda, ya sea en cuanto a la altura, en cuanto a hacer otros movimientos, etc.


Disminuye el estrés: esto sucede porque la persona que está realizando la actividad está tan concentrada que no tiene tiempo ni siquiera para pensar en otros problemas. Se dedica totalmente a la ejecución del movimiento y alivia las otras tensiones, ya que cambia el foco.

El hecho de ser un deporte que se realiza en parques y lugares al aire libre también contribuye a la sensación de bienestar y liberación.